25. Y Abraham reprendió a Abimelec. Esta queja parece injusta; porque si había sido perjudicado, ¿por qué no acudió al remedio ordinario? Sabía que el rey era humano, que tenía cierta semilla de piedad y que lo había tratado cortés y honorablemente; entonces, ¿por qué duda que resultará ser el defensor equitativo de su derecho? Si, de hecho, había elegido más bien callar la lesión recibida que molestar al rey, ¿por qué ahora le atribuye la culpa como si fuera culpable? Sin embargo, es posible que Abraham supiera que la lesión se había producido debido a la excesiva tolerancia del rey. Ciertamente podemos inferir, tanto de sus modales como de su disposición, que no reprochó sin motivo; y de ahí se evidencia la moderación del santo hombre, porque cuando fue privado del uso del agua, encontrada por su propia industria y trabajo, no contiende, como la gravedad de la lesión lo habría justificado; pues esto fue igual que si los habitantes del lugar hubieran atentado contra su vida. Pero aunque soportó pacientemente una lesión tan severa, cuando más allá de lo esperado se le ofrece la oportunidad de asegurarse, se protege de futuras agresiones. También vemos cuán severamente ejerció el Señor a Abraham, tan pronto como parecía estar algo más tranquilo y había obtenido un poco de alivio. Ciertamente, no fue una prueba leve verse obligado a luchar por agua; y no por agua que fuera de propiedad pública, sino por la de un pozo que él mismo había excavado.

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