6. Eres un poderoso príncipe entre nosotros (453) Los hititas ofrecen gratuitamente un lugar de enterramiento a Abraham dondequiera que le plazca elegirlo. Atestiguan que lo hacen como tributo a sus virtudes. Hemos visto antes que los hebreos dan un título divino a todo lo que sobresale. Por lo tanto, debemos entender por la expresión 'un príncipe de Dios', una persona de grande y singular excelencia. Y ellos señalan apropiadamente a aquel a quien reverencian por sus virtudes, con este elogio; testificando así, que ellos atribuyen sólo a Dios, cualesquiera virtudes en los hombres que merezcan alabanza y reverencia. Ahora bien, alguna semilla de piedad se manifiesta en los hititas, al honrar así a Abraham, a quien reconocen adornado con raros dones del Espíritu de Dios. Porque los hombres profanos y brutales pisotean, con desprecio bárbaro, todo don excelente de Dios, como los cerdos las perlas. Y, sin embargo, sabemos con cuántos vicios se contaminaron aquellas naciones; ¿cuánto mayor, pues, y más vergonzosa es nuestra ingratitud, si no damos honor a la imagen de Dios, cuando brilla ante nuestros ojos? La santidad de los modales de Abraham le procura tal favor con los hititas, que no envidian su preeminencia entre ellos; ¿qué excusa tenemos entonces nosotros, si tenemos en menos estima aquellas virtudes en las que la majestad de Dios es conspicua? Verdaderamente es diabólica su locura, que no sólo desprecian los favores de Dios, sino que incluso se oponen ferozmente a ellos.

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