1. Y Abraham era viejo. (1) Moisés pasa a la relación del matrimonio de Isaac, porque de hecho Abraham, al percibirse desgastado por la vejez, se encargaría de que su hijo No te cases con una esposa en la tierra de Canaán. En este lugar, Moisés describe expresamente a Abraham como un anciano, para que aprendamos que, para su misma edad, había sido amonestado a buscar una esposa para su hijo: para la vejez misma, lo que, a lo sumo, no es lejos de la muerte, debería inducirnos a ordenar los asuntos de nuestra familia, para que cuando muramos, la paz pueda ser preservada entre nuestra posteridad, el temor al Señor pueda florecer, y el orden correctamente constituido pueda prevalecer. La vejez de Abraham era todavía verde, como veremos más adelante; pero cuando calculó sus propios años, consideró que era hora de consultar por el bienestar de su hijo. Los hombres no religiosos, en parte porque no celebran el matrimonio suficientemente en honor, en parte porque no consideran la importancia atribuida especialmente al matrimonio de Isaac, se preguntan si Moisés, o más bien el Espíritu de Dios, debería ser empleado en asuntos tan pequeños; pero si tenemos esa reverencia que se debe al leer las Sagradas Escrituras, entenderemos fácilmente que aquí no hay nada superfluo: en la medida en que los hombres apenas pueden persuadirse a sí mismos de que la Providencia de Dios se extiende a los matrimonios, tanto más insiste Moisés en este punto. Sin embargo, principalmente desea enseñar que Dios honró a la familia de Abraham con especial consideración, porque la Iglesia surgiría de ella. Pero será mejor tratar todo en su orden correcto.

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