Y Abraham era viejo y de edad avanzada; y el Señor había bendecido a Abraham en todo. Ahora tenía ciento cuarenta años y sintió la llegada de las enfermedades de la vejez. Era necesario que él se ocupara del matrimonio de Isaac antes de que la muerte lo alcanzara; además, la promesa mesiánica sería preservada para su familia a través de Isaac y sus descendientes. En todas las cosas, el Señor había bendecido a Abraham, derramando sobre él bendiciones tanto temporales como espirituales.

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