12. Entonces Isaac sembró. Aquí Moisés procede a relatar de qué manera Isaac cosechó el fruto manifiesto de la bendición prometida por Dios; porque él dice que cuando sembró, el aumento fue cien veces mayor, lo cual fue una fertilidad extraordinaria, incluso en esa tierra. También agrega que era rico en ganado y que tenía un hogar muy bueno. Además, él atribuye la alabanza de todas estas cosas a la bendición de Dios; como también se declara en el salmo, que el Señor suministra abundantemente lo que satisfará a su pueblo mientras duerme. (Salmo 127:2.) Sin embargo, se puede preguntar, ¿cómo pudo Isaac sembrar cuando Dios le había ordenado que fuera un extraño toda su vida? Algunos suponen que había comprado un campo, y así traducen la palabra קנה (kanah) una posesión; pero el contexto corrige su error: ya que poco después descubrimos que el hombre santo no se retrasó, al tener tierras para vender, para eliminar sus efectos en otros lugares: además, dado que la compra de tierras era contraria a su peculiar vocación y al comando de Dios, Moisés indudablemente no habría pasado por alto una ofensa tan notable. A esto se puede agregar que, dado que se hace mención expresa de una tienda de campaña, podemos inferir que, donde quiera que venga, tendría que vivir en la precaria condición de un extraño. Debemos, por lo tanto, mantener que él sembró en un campo contratado. Porque aunque no tenía un pie de tierra en su posesión, aún así, para poder cumplir con el deber de un buen dueño de casa, se comportó para preparar comida para su familia; y tal vez el hambre aceleró su cuidado y su industria, para que con la mayor diligencia pudiera prever el futuro. Sin embargo, es correcto tener en cuenta, a lo que he aludido últimamente, que recibió como un favor divino la abundancia que había adquirido por su propio trabajo.

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