30. Jacob apenas había salido. Aquí se agrega la manera en que Esaú fue rechazado, circunstancia que sirvió no poco para confirmar la bendición a Jacob: porque si Esaú no hubiera sido rechazado, podría parecer que no fue privado de ese honor que la naturaleza le había dado: pero Ahora Isaac declara que lo que había hecho, en virtud de su oficio patriarcal, no podía sino ser ratificado. Aquí, verdaderamente, nuevamente parece que la primogenitura que Jacob obtuvo, a expensas de su hermano, se hizo suya por un regalo gratuito; porque si comparamos las obras de ambos juntos, Esaú obedece a su padre, le trae el producto de su caza, prepara para su padre la comida obtenida por su propio trabajo y no dice nada más que la verdad: en resumen, no encontramos nada en él lo cual no es digno de alabanza. Jacob nunca abandona su hogar, sustituye a un niño por carne de venado, se insinúa a sí mismo con muchas mentiras, no aporta nada que lo felicite adecuadamente, pero en muchas cosas merece reprensión. Por lo tanto, debe reconocerse que la causa de este evento no se debe rastrear a las obras, sino que se esconde en el consejo eterno de Dios. Sin embargo, Esaú no es injustamente reprobado, porque aquellos que no están gobernados por el Espíritu de Dios no pueden recibir nada con la mente correcta; solo que se mantenga firmemente, que dado que la condición de todos es igual, si se prefiere a alguien, no es por su propio mérito, sino porque el Señor lo ha elegido gratuitamente.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad