21. Entonces el Señor será mi Dios. Con estas palabras, Jacob se compromete a no apostatar del puro culto al Dios Único; pues no hay duda de que aquí incluye la suma de la piedad. Pero puede parecer que promete algo que supera con creces sus fuerzas; ya que la novedad de vida, la justicia espiritual, la integridad del corazón y una santa regulación de toda la vida no estaban en su poder. Respondo que, cuando los hombres santos prometen aquellas cosas que Dios les requiere y que les corresponden como actos de piedad, abrazan al mismo tiempo lo que Dios promete en cuanto al perdón de los pecados con la ayuda de su Espíritu Santo. De aquí se sigue que no atribuyen nada a su propia fuerza, y también que cualquier falla en la perfección no invalida su adoración, porque Dios, misericordioso y con indulgencia paternal, les perdona.

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