1. Ahora, estas son las generaciones de Esaú. Aunque Esaú era un extraño a la Iglesia a los ojos de Dios, y aunque también, como hijo de Isaac, fue favorecido con una bendición temporal, Moisés celebra su linaje e inscribe un catálogo bastante extenso de las personas nacidas de él. Sin embargo, esta conmemoración se asemeja a un sepulcro honorable. Porque aunque Esaú, con su descendencia, tenía precedencia; sin embargo, esta dignidad era como una burbuja, que se comprende bajo la figura del mundo y que desaparece rápidamente. Por lo tanto, aunque se haya dicho antes de otras naciones profanas, ahora Esaú es exaltado como en un escenario elevado. Pero ya que no hay una condición permanente fuera del reino de Dios, el esplendor atribuido a él es evanescente y toda su pompa desaparece como la escena fugaz del escenario. El Espíritu Santo pretendía testificar que la profecía que Isaac pronunció sobre Esaú no fue vana; pero una vez que ha mostrado su efecto, aparta nuestros ojos, como si hubiera echado un velo sobre él, para que dirijamos nuestra atención a la descendencia de Jacob. Aunque Esaú tuvo hijos con tres esposas, en quienes posteriormente resplandeció la bendición de Dios, la poligamia no se aprueba por esa razón, ni se excusa la impura lujuria del hombre; más bien, se debe admirar la bondad de Dios que, en contra del orden de la naturaleza, dio un buen resultado a comienzos malvados.

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