9. Y estas son las generaciones de Esaú, el padre de los edomitas (130) Aunque Esaú tenía dos nombres, en este lugar el segundo nombre se refiere a su posteridad, quienes son llamados idumeos. Para demostrar lo que Dios le había otorgado por el bien de su padre Isaac, Moisés lo llama expresamente el padre de un pueblo celebrado y famoso. Y ciertamente, esto sirvió no poco para rastrear el efecto y el cumplimiento de la profecía en la descendencia de Esaú. Porque si la promesa de Dios floreció de manera tan poderosa para un extranjero, ¿cuánto más se manifestaría hacia los hijos, a quienes pertenece la adopción y, en consecuencia, la herencia de la gracia? Esaú era un hombre oscuro y un forastero en ese país. Entonces, ¿de dónde proviene que repentinamente surgieran gobernantes de él y floreciera un gran número de personas, si no es porque la bendición que procedió de la boca de Isaac se confirmó por el resultado? Porque Esaú no reinó en este desierto sin oposición, ya que un pueblo de nombre no ignoble habitaba previamente en el monte Seir. Por esta razón, Moisés relata que los hombres que habían habitado antes esa tierra eran poderosos, de modo que no habría sido fácil para un extranjero adquirir el poder que Esaú poseía si no hubiera sido asistido divinamente.

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