9. Luego habló el mayordomo principal. Aunque el Señor se compadeció de Egipto, no lo hizo por el bien del rey o del país, sino para que José, finalmente, fuera sacado de la cárcel; y, además, que, en tiempos de hambruna, se podría suministrar comida a la Iglesia: porque aunque el producto se almacenaba sin otro propósito que el de proveer para el reino de Egipto; Sin embargo, Dios se preocupaba principalmente por su Iglesia, que él apreciaba más que diez mundos. Por lo tanto, el mayordomo, que había decidido guardar silencio con respecto a José, está obligado a hablar por la liberación del hombre santo. Al decir, recuerdo mis faltas este día, algunos lo entienden como confesando la culpa de la ingratitud, porque no había cumplido la promesa que había hecho. Pero el significado es diferente; porque no podía hablar acerca de su encarcelamiento, sin interponer un prefacio de este tipo, por miedo, para que no entrara en la mente del rey la sospecha de que su criado se creía herido; o, debería ofenderse, como si el mayordomo no hubiera sido consciente del beneficio que le fue conferido. Sabemos cuán sensibles son las mentes de los reyes; y el cortesano lo descubrió por larga experiencia: por lo tanto, comienza reconociendo que había sido justamente encarcelado. De donde se deduce que estaba en deuda con la clemencia del rey para la restauración de su estado anterior.

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