1. Y la hambruna fue dolorosa en la tierra. En este capítulo se registra el segundo viaje de los hijos de Jacob a Egipto, cuando el suministro anterior de provisiones se había agotado. Sin embargo, aquí se puede preguntar cómo Jacob pudo haber mantenido a su familia, incluso durante unos días, con una cantidad tan pequeña de maíz: porque, supongamos que se conceda que cada uno de los hermanos condujo varios asnos, qué ¿Esto era para sostener a trescientas personas? (166) Porque, dado que Abraham tenía un número mucho mayor de sirvientes, se mencionó anteriormente a los sirvientes de Isaac; Es increíble que Jacob fuera tan indigente que no le quedaran sirvientes. Si decimos que él, siendo un extraño, se había visto obligado a venderlos a todos, no es más que una suposición incierta. Me parece más probable que vivieran de bellotas, hierbas y raíces. Porque sabemos que los orientales, especialmente cuando cualquier necesidad lo urge, se contentan con alimentos delgados y secos, y veremos en el presente que, en esta escasez de trigo, había un suministro de otros alimentos. Supongo, por lo tanto, que no se había comprado más maíz del que sería suficiente para proporcionar una medida frugal y restringida de alimentos para el propio Jacob, y para sus hijos y nietos: y que la comida de los sirvientes se proveía de otra manera. De hecho, no hay duda de que toda la región se había visto obligada a recurrir a bellotas y frutas de este tipo, como alimento para los sirvientes, y que el pan de trigo era un lujo de los ricos. Esta fue, de hecho, una prueba severa, que el santo Jacob, de quien Dios se había comprometido a cuidar, casi perecería, con su familia, a través del hambre, y que la tierra de la cual él era el señor, para poder Allí felizmente disfruta de la abundancia de todas las cosas, incluso debería negarle el pan como un extraño. Porque él podría dudar seriamente de cuál era el significado de esa notable promesa, yo soy Dios Todopoderoso, crecer y multiplicarse: te bendeciré. Es provechoso para nosotros conocer estos conflictos de los santos padres, que, luchando con los mismos brazos con los que conquistaron, también podemos ser invencibles, aunque Dios debe retener la ayuda presente.

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