3. Y Judá le habló, diciendo. Judá parece fingir algo, con el fin de extorsionar a su padre lo que sabía que no iba a conceder libremente; pero es probable que se hayan celebrado muchos discursos en ambos lados, lo que Moisés, según su costumbre, no ha relacionado. Y dado que José deseaba ardientemente la vista de su hermano Benjamín, no es sorprendente que haya trabajado, de todas las formas posibles, para obtenerlo. También puede suceder que haya provocado una notificación o citación legal, por lo que se citó a su hermano para que compareciera, como en causas judiciales. Sin embargo, esto merece ser notado, que Moisés relata la larga disputa que Jacob tuvo con sus hijos, para que podamos saber con qué dificultad permitió que su hijo Benjamín fuera separado de él. Porque, aunque el hambre era apremiante, sin embargo contendía por retenerlo, como si estuviera luchando por la salvación de toda su familia. Por lo tanto, nuevamente, podemos conjeturar que sospechaba que sus hijos tenían una conspiración perversa; y por eso Judá se ofrece como garantía. Porque él no promete nada con respecto al evento, pero solo, en aras de limpiarse a sí mismo y a sus hermanos, toma a Benjamin bajo su cuidado, con esta condición, de que si se le hiciera algún daño a Benjamin, soportaría el castigo y la culpa. Del ejemplo de Jacob aprendamos la resistencia paciente, si el Señor a menudo nos obliga, por la presión de las circunstancias, a hacer muchas cosas contrarias a la inclinación de nuestras propias mentes; porque Jacob despide a su hijo, como si lo estuviera entregando a la muerte.

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