17. Dios no quiera que lo haga (174) Si José tuviera la intención de retener a Benjamin solo, y para despedir a los demás, habría hecho todo lo posible, desgarrar a la Iglesia de Dios con la peor disensión posible. Pero anteriormente he demostrado (lo que también se puede deducir del contexto) que su diseño no era más que perforar sus corazones más profundamente. Debió haber anticipado una gran travesura, si hubiera percibido que no les importaba su hermano: pero el Señor proveyó contra este peligro, al provocar la sincera disculpa de Judá no sólo para suavizar su mente, sino incluso para sacar lágrimas y llanto en profusión

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