13. Zabulón morará en los paraísos del mar. Aunque esta bendición no contiene nada raro o precioso (como tampoco lo hacen algunos de los que siguen), debemos considerar este hecho como lo suficientemente digno de mención, que era como si Dios estuviera extendiendo su mano desde el cielo, para el liberación de los hijos de Israel, y con el propósito de distribuir a cada uno su propia morada. Antes de mencionar a los perdidos, se da una región marítima a la tribu de Zabulón, que obtuvo por sorteo doscientos años después. Y sabemos de la gran importancia que tuvo ese don hereditario, que, como un ferviente, hizo segura la adopción de los pueblos antiguos. Por lo tanto, por esta profecía, no solo una tribu, sino todo el pueblo, debería haber sido alentado a aferrarse, con celeridad, a la bendición ofrecida que ciertamente les estaba reservada. Pero se dice que la porción de Zabulón no solo debería estar en la orilla del mar, sino que también debería tener refugios; porque Jacob se une a su límite con el país de Sión; en qué zona, sabemos, había paraísos nobles y cómodos. Porque Dios, mediante esta profecía, no solo entusiasmaría a los hijos de Zabulón con más fuerza para prepararse para entrar en la tierra; pero también les aseguraría, cuando obtuvieran la posesión de la porción deseada, que era la casa que les había sido claramente propuesta y ordenada por la voluntad de Dios.

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