11. Amarrando su pollino a la vid, y su asno a la mejor cepa. así habla ahora de la situación del territorio que le tocó en suerte a los hijos de Judá, e insinúa que la abundancia de viñedos sería tan grande que se presentarían en todas partes tan fácilmente como las zarzas o arbustos infructuosos en otros lugares. Ya que los asnos suelen atarse a las cercas, aquí reduce las vides a este uso despreciativo. Las expresiones hiperbólicas que siguen deben aplicarse al mismo propósito, a saber, que Judá lavará sus ropas en vino y sus ojos se volverán rojos por ello. Significa que la abundancia de vino será tan grande que podrá verterse para lavar, como el agua, sin un gran gasto, pero que, al beber copiosamente, los ojos se pondrán rojos. Pero parece que no es apropiado considerar una intemperancia o extravagancia profusa como una bendición. Respondo que, aunque aquí se describe la fertilidad y la abundancia, no se aprueba su abuso. Si el Señor nos trata con gran generosidad, a menudo nos prescribe la norma de usar sus dones con pureza y frugalidad, para que no estimulen la incontinencia de la carne.  Pero en este pasaje, Jacob, omitiendo mencionar lo que es lícito, alaba esa abundancia que sería suficiente para el lujo, e incluso para excesos viciosos y perversos, a menos que los hijos de Judá usen la autodisciplina de manera voluntaria. Me abstengo de las alegorías que a algunos les parecen plausibles, porque, como dije al principio del capítulo, no elijo jugar con estos grandes misterios de Dios. Para estos especuladores elevados, la división de la tierra que Dios prescribió con el propósito de acreditar a su siervo Moisés, parece una cosa mediocre y despreciable. Pero a menos que nuestra ingratitud haya alcanzado un estupor insensato, debemos estar completamente asombrados al pensar que Moisés, que nunca había visto la tierra de Canaán, tratara sus partes separadas tan correctamente como lo habría hecho de unas pocas acres cultivadas por su propia mano. Ahora, suponiendo que hubiera escuchado un informe general sobre la existencia de viñedos en la tierra, aún así no podría haber asignado a Judá viñedos abundantes, ni podría haberle asignado pastos ricos, diciendo que sus dientes estarían blancos por beber leche, a menos que hubiera sido guiado por el Espíritu.

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