Judá, tú eres aquel a quien tus hermanos alabarán; tu mano en el cuello de tus enemigos; los hijos de tu padre se postrarán delante de ti. La profecía del patriarca aquí se eleva a un júbilo gozoso, ya que hace de Judá el príncipe y gobernante entre sus hermanos y explica su nombre. Judá debería ocupar una posición de poder entre todos los hijos de Israel, conquistar a sus enemigos agarrándolos del cuello y sometiéndolos, como consecuencia de lo cual todas las tribus reconocerían su soberanía, como en tiempos de David.

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