20. Jehová para salvarme. (95) Él reconoce que fue entregado, no por la ayuda o la industria de los hombres, sino únicamente por la bondad de Dios. La interpretación dada por algunos, "Le pertenece al Señor que me salve", no expresa lo suficiente, y parece estar más alejada del significado literal; porque él alaba no solo el poder de Dios, sino también el trabajo por el cual ha dado una prueba evidente de ello. En una palabra, contrasta el cumplimiento de Dios con la muerte a la que había sido sentenciado; porque, habiéndolo temido anteriormente como un juez severo, ahora lo declara como su libertador y salta de alegría. (96)

Y cantaremos nuestras canciones. Por la razón ahora expuesta, no solo se prepara para cantar en señal de gratitud, sino que también llama a otros a unirse y acompañarlo en este deber, y en esta cuenta menciona el Templo, en el que se realizaban las asambleas de hombres religiosos. Si hubiera sido un individuo privado y una de las personas comunes, aún así habría sido su deber ofrecer un sacrificio público a Dios, para que él pudiera alentar a otros con su ejemplo. Mucho más, entonces, el rey debía cuidar que traiga a otros para unirse con él en acción de gracias; especialmente porque en su persona Dios había provisto para la ventaja de toda la Iglesia.

Todos los días de nuestra vida. Él declara que hará su esfuerzo para que este favor de Dios sea conocido por todos, y que el recuerdo de él pueda ser preservado, no solo por un día o por un año, sino mientras viva. Y, de hecho, en cualquier momento habría sido extremadamente básico permitir que una bendición de Dios tan notable como esta falleciera o se olvidara, diez; pero, siendo olvidadizos, continuamente necesitamos espuelas para despertarnos. Al mismo tiempo, toma nota de la razón por la cual Dios nombró asambleas santas. Era que todos, como con una sola boca, podrían alabarlo y excitarse mutuamente a la práctica de la piedad.

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