20. Sal de Babilonia. Esta es la segunda cláusula de esta protesta, en la que el Señor declara solemnemente que será el Redentor de su pueblo, aunque hayan sido indignos e ingratos. Después de haber declarado que realizaba el oficio de un buen maestro, pero que la gente se negaba a escucharlo, por lo que por su propia culpa se impusieron el castigo del cautiverio, ahora declara su paciencia incansable, agregando que él todavía los asistirá para sacarlos de la esclavitud. Por lo tanto, les ordena que salgan de la tierra de Babilonia, en la que fueron cautivos. Por lo tanto, vemos que Dios, en su indescriptible bondad, aunque solo tiene motivos para protestar con nosotros, alivia nuestras aflicciones y ayuda a aquellos que no habían sido dignos, e incluso a quienes habían rechazado insolentemente su gracia.

Con la voz de alegría. Esto se relaciona con la confirmación de la liberación, ya que tenía la intención de garantizar una promesa que era completamente increíble. Por lo tanto, para eliminar toda duda, empleó un lenguaje elevado para exaltar esta bendición.

Dilo. Describe la fuerza de esa confianza por la cual deseaba alentar a los judíos; porque no solemos pronunciar en voz alta y audaz aquellas cosas de las que estamos seguros y, si tenemos alguna duda, apenas nos aventuramos a hablar y somos tontos. Isaías habla de un evento futuro como si realmente hubiera llegado, para que las personas puedan apreciar en sus corazones una mayor y más fuerte confianza. Él usa el estado de ánimo imperativo, que es mucho más fuerte y produce una impresión más poderosa en nuestras mentes que si hubiera expresado su significado en términos simples.

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