16. Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio. Expresa la manera o, como se le llama comúnmente, la causa formal, de la excelencia de la que ha hablado; como si hubiera dicho: "El Dios de los ejércitos, a quien los hombres impíos pisotean insolentemente bajo sus pies, será elevado en lo alto, cuando se muestre a sí mismo como el juez del mundo". De esta manera ridiculiza la insensata confianza con la que se jactaban los impíos; porque si el juicio y la justicia deben surgir, se deduce que serán derribados, ya que la única forma en que esos hombres se levantan es derrocando el orden de la naturaleza. Y debe observarse cuidadosamente, que no es más posible que los hombres malvados continúen en prosperidad que que Dios permita que su gloria sea dejada de lado. Aunque el juicio no es en absoluto diferente de la justicia, la repetición no es superflua.

Y Dios, que es santo, será santificado en justicia. El lenguaje se vuelve más vehemente, que los hombres malvados no pueden, por una falsa imaginación, asegurarse de una felicidad ininterrumpida, que no pueden tener, a menos que dejen de lado la santidad de Dios. Pero como Dios es santo por naturaleza, debe ser santificado. Por lo tanto, se deduce que la destrucción se cierne sobre los impíos, que su obstinación y rebelión pueden ser sometidas, porque Dios no puede negarse a sí mismo.

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