22. Un pequeño se convertirá en mil. Nuevamente confirma lo que dijo anteriormente, que, aunque eran pocos, la Iglesia de Dios sería populosa. Cuando el Profeta predijo estas cosas, todavía había una gran multitud de personas; pero luego disminuyó tanto que no quedó más que un remanente débil, como hemos visto anteriormente. (Isaías 1:9) declara que el pequeño número se ampliará tanto, que luego será un vasto cuerpo de personas, y poseerá una gran fuerza. Consideremos que lo que se les dijo a los judíos ahora también se nos dice a nosotros; es decir, aunque somos pocos e insignificantes, y parecemos estar muy cerca de la destrucción, la Iglesia aún no puede perecer, sino que se ampliará y multiplicará hasta que sea muy numerosa; porque es la plantación de Dios, y por lo tanto no debemos juzgarlo por la multitud o la fuerza de los hombres.

Yo Jehová Ahora muestra la razón por la que dijo todas esas cosas que hemos visto anteriormente; a saber, que no podemos suponer que sea como los hombres, cuyas labores y esfuerzos desaparecen rápidamente. Aunque desean cambiar la condición de cualquier reino o del mundo, no lograrán nada; pero el Señor lo cambia todo en un instante. No habla, por lo tanto, de un gobierno ordinario, sino de una obra maravillosa por la cual el Señor entrega y multiplica su Iglesia.

Will lo apresurará en su tiempo. Él dice que "acelerará esto" para completarlo. Pero emplea una pequeña palabra que merece atención en cuanto al tiempo de la Iglesia; porque el pariente está en el género femenino, y algunos lo interpretan incorrectamente como relacionado con Dios. (164) El Profeta significa que hay un tiempo fijo cuando la Iglesia será entregada; y de esta manera exhorta a los creyentes a tener paciencia, para que no se precipiten precipitadamente, sino que dependan del propósito eterno de Dios, que sabe cómo organizar cada momento de manera apropiada.

Primero, luego, describe la sensacionalidad y el momento en que es ventajoso. La Iglesia será entregada. De hecho, no percibimos esto, ya que desearíamos obtener instantáneamente las promesas de Dios y estamos impacientes por la demora; pero el Señor se demora para nuestro beneficio y porque aún no ha llegado el momento. Luego, habla de la prisa; porque nos parece que el Señor está ocioso e inactivo cuando prolonga el tiempo; aunque se apresura a lograr todo en la temporada adecuada, lo cual él sabe.

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