Aquí, sobre todo, se sacude de los hipócritas sus autoengaños; porque eran torpes en sus vicios, porque pensaban que podían cegar de alguna manera los ojos de Dios. De hecho, no lo dijeron; pero la seguridad descuidada de los hombres, nunca sería tan grande como es, si creyeran que nada está escondido de Dios, sino que él penetra en lo más recóndito del corazón, que discierne entre los pensamientos y los sentimientos, y deja sin observar la médula. Si, entonces, esta verdad se fijara en los corazones de todos, ciertamente obedecerían a Dios con más reverencia, y también temerían sus amenazas.

Como, entonces, son tan tímidamente descuidados, se deduce, que imaginan que Dios no tiene una vista clara, que solo ve cosas cercanas a él, como alguien que tiene una visión deficiente, que puede ver lo que está cerca, pero no Lo que está lejos. Tal es lo que los hipócritas sueñan con ser Dios, que, según la actitud de los hombres, se confabula con las cosas, o es ciego, o al menos no ve claramente lo que está cerca. Ahora entendemos el diseño del Profeta al decir que Jehová es Dios lejos y al alcance de la mano.

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