Él agrega: Escucha la palabra de Jehová, remanente de Judá Jeremías, al dirigirse a ellos, sin duda se esforzó por llevarlos a la obediencia. De hecho, sabemos que los hombres en la prosperidad están de alguna manera ebrios, por lo que no se les induce fácilmente a obedecer consejos sanos. ¿De dónde viene que los reyes y príncipes del mundo se entreguen tanto y permitan tal licencia a sus lujurias? incluso porque el esplendor de su fortuna los embriaga. Así también los hombres privados, cuando todas las cosas tienen éxito según sus deseos, se alojan en sus propias heces; de ahí que sean difíciles de gobernar. El Profeta, por otro lado, muestra que no hay razón para que se sientan orgullosos. Ustedes son, dice, un número pequeño, y Dios los ha salvado maravillosamente. Escuche, pues, remanente de Judá. En resumen, se les recuerda su condición humilde y miserable, para que puedan ser más enseñables. Pero esto también se hizo sin ningún fruto, como veremos más adelante.

Esto dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel De estas palabras que hemos hablado en otra parte. A menudo se llama a Dios el Dios de los ejércitos debido a su poder: así que, con este término, Dios expone su propia grandeza. Luego, cuando se dice que él es el Dios de Israel, sabemos que el beneficio de la adopción fue llevado al recuerdo de la gente; porque Dios los tenía especialmente como su pueblo, y los ató como a sí mismo. Esto debería haber sido un vínculo sagrado de fidelidad y obediencia. No fue, entonces, a modo de honor que el Profeta habló así, sino para reprender a los israelitas por su dureza e ingratitud hacia Dios. Si, agrega, preparas tus rostros para ir a Egipto, y entras allí para residir, será que la espada que temes te encontrará, etc. Aquí se describe su castigo, y no hay nada oscuro en el palabras. Dios muestra que fueron muy engañados, si pensaban que serían prósperos en Egipto; porque no se puede esperar prosperidad sino a través del favor y la bendición de Dios; y Dios pronunció una maldición en todos sus consejos perversos cuando vio que su palabra no los restringiría. Si, entonces, intentamos algo contrario a la prohibición de Dios, necesariamente debe terminar sin éxito; ¿y por qué? porque la causa de toda prosperidad es el favor de Dios, y por eso su maldición siempre hace que todos los problemas sean tristes e infelices: y por próspero que sea al principio lo que emprendamos contra la voluntad de Dios, el final será miserable y miserable, de acuerdo con lo que El Profeta enseña aquí.

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