9. Y la hija de cualquier sacerdote. La moderación y la castidad (requerida en el sacerdote (191) ) se extiende también a su hija; y por synecdoche todo lo que se relaciona con la buena disciplina está comprendido bajo una sola cabeza; a saber, que sus hijos deben ser educados en el estudio de la virtud y en la moral decente y pura. Se denuncia un fuerte castigo contra la hija de un sacerdote si ella fuera la prostituta, porque el sacrilegio se combinaría con su vergonzosa libertinaje. Pero no es un crimen ligero violar el santuario de Dios; y, si el sacerdote hubiera tolerado semejante iniquidad en su hija, no habría sido un vengador severo de la misma depravación en extraños; No, no habría tenido libertad para castigar crímenes, a menos que comenzara en su propia casa.

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