14. En primer lugar, fue el estándar del campamento. El orden real de marcha se describe aquí. Todo el pueblo, con la excepción de los levitas, se divide en cuatro ejércitos, o partes, ya que cuatro de las tribus se establecieron sobre las demás, para tener dos bajo el mando de cada uno. Y este era el modo de proceder, que cada vez que se detenían en cualquier lugar, las cuatro normas abarcaban el santuario y el Arca de la Alianza de los cuatro cuartos del mundo; Durante la marcha, los levitas que llevaban el tabernáculo, de acuerdo con las cargas que se les imponía respectivamente, se mezclaron con las diversas bandas. El arca, sobre los hombros de los levitas, precedió a todo el ejército, a fin de que todos pudieran seguirlo con más confianza, y así Dios les mostró claramente el camino. Nahshon, de la tribu de Judá, dirigió el primer ejército; Elizur, de la tribu de Rubén, el segundo; Eliseo, de la tribu de Efraín, el tercero; y Ahiezer, de la tribu de Dan, el cuarto. Es obvio que en la precedencia dada a la tribu de Judá, Dios en cierto grado anticipaba la profecía de Jacob; porque los rubenitas, descendientes del primogénito, no habrían abandonado voluntariamente su posición, a menos que ese derecho hubiera sido transferido a la tribu de Judá por el decreto de Dios, pronunciado por boca de Jacob. No es que la soberanía y el poder real fueran realmente suyos antes de la época de David, sino porque Dios tendría una sola chispa para brillar en medio de la espesa oscuridad, por lo cual podría abrigar la esperanza de la salvación prometida en cada corazón; y que, por lo tanto, la dignidad de esta tribu podría por fin reducir más fácilmente a la obediencia. Aquí, sin embargo, parecía cuán perverso e intratable era el espíritu de esa gran parte de ellos que luchaban contra el decreto divino en su rechazo a David.

Rubén ocupó el segundo lugar, como un alivio de su desgracia. Nuevamente, por la sujeción de la tribu de Manasés a la posteridad de Efraín, también a este respecto, se cumplió la profecía del mismo patriarca. Tampoco parece haber otra razón por la cual el cuarto estándar debería haberse dado a la tribu de Dan, excepto porque Jacob había declarado: "Dan juzgará a su pueblo". (Génesis 49:16), mediante la cual se denota su preeminencia.

Aunque puede ser que las cuatro tribus portadoras de estándares fueran elegidas por su fuerza y ​​el número de su gente, aún así, a menos que los hijos de Rubén y Manasés hubieran sido persuadidos completamente de que su degradación estaba de acuerdo con el mandato de Dios, sus celos nunca los habría sufrido con calma para someterse a otros, cuyos superiores eran según las reglas ordinarias de la naturaleza. Su autocontrol, por lo tanto, era digno de elogio, ya que la sujeción voluntaria los mantenía dentro de los límites, sin la aplicación de ningún poder de compulsión; y al final, Moisés registra que no fue solo una vez que avanzaron, sino que observaron el mismo orden y regulaciones durante todo el curso de su viaje, y que su campamento siempre estuvo tan organizado que no surgió ninguna disputa que los molestara .

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad