37. Y el tributo del Señor a las ovejas. El resultado es la grandeza de la victoria, ya que tal abundancia de ganado solo podría haberse recolectado de un país amplio y poblado. Es probable que no fuera muy fértil y, en consecuencia, solo las existencias vivas, y no el maíz y el vino, se enumeran entre sus riquezas. Aun así, podemos conjeturar que era famoso por los pastos, ya que las montañas estériles no podrían haber alimentado tantos bueyes, cabras, ovejas y camellos; además, es más evidente, por la cantidad de mujeres jóvenes, que los hombres que fueron asesinados eran más numerosos que sus conquistadores que habían sido enviados a la batalla; Supongamos que cada uno de ellos tuviera una hija soltera, habrían superado en número casi tres veces a los 12,000 israelitas. Por lo tanto, nuevamente, es manifiesto que la victoria fue efectuada por el poder Divino. Sin embargo, puede parecer extraño que, aunque la nación estuvo casi destruida, su posteridad existió poco tiempo después, como si los nuevos madianitas hubieran sido engendrados de las cenizas de sus padres. Porque no pasó mucho tiempo entre esta matanza y el tiempo de Gedeón, cuando nuevamente se atrevieron voluntariamente a atacar a los israelitas, y confiando en su multitud, a precipitarse en el corazón de Canaán; no, ya habían sometido a todas las naciones vecinas. Cómo pudo haber sucedido esto, ya que las Escrituras no nos informan, solo nos queda hacer la conjetura, que muchos de ellos, como suele ser el caso en una temporada de confusión, huyeron a otro lugar y poco después regresaron a la tierra , que ahora estaba desocupado. Porque la repentina irrupción de los israelitas fue como una tormenta que pronto pasó; tampoco fue la huida algo difícil para esta nación inestable y errante. También podría haber sido el caso, que muchos inmigrantes de diversos sectores desembocaron en la tierra, cuando fueron despojados de sus habitantes; o incluso que los israelitas, habiendo realizado su trabajo pero con descuido, sonaron el recuerdo antes de lo que debían, y que Dios luego castigó su negligencia. En cualquier caso, este ejemplo nos enseña que los malvados brotan como malezas sucias y nocivas, de modo que, aunque a menudo se talan, pronto cubren el suelo nuevamente.

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