22. El sol saldrá El salmista continúa enjuiciando el mismo tema, mostrando que Dios distribuye las sucesiones del tiempo, ya que el día pertenece propiamente al hombre. Si Dios no restringió a tantas bestias salvajes que nos son hostiles, la raza humana pronto se extinguiría. Como las bestias salvajes desde la caída del hombre parecen haber nacido para hacernos daño, y para desgarrar y romper en pedazos a todos con quienes se encuentran, esta crueldad salvaje debe ser controlada por la providencia de Dios. Y para mantenerlos encerrados dentro de sus guaridas, el único medio que emplea es inspirarlos con terror, simplemente a la luz del sol. Esta instancia de bondad divina, el profeta elogia más a causa de su necesidad; de no ser así, los hombres no tendrían libertad para salir a dedicarse a los trabajos y negocios de la vida. De este modo, el hombre está protegido por la luz contra la violencia y las heridas de las bestias salvajes, en esto se ve la incomparable bondad de Dios, quien de manera tan paternal ha provisto para su conveniencia y bienestar.

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