32 Y lo provocaron El profeta menciona otra ofensa de la que eran culpables, en el sentido de que contenían con Dios en las aguas de la contienda, por lo cual ese lugar deriva su nombre. El clamor fue, es cierto, levantado directamente contra Moisés, pero si examinamos el asunto adecuadamente, descubriremos que prácticamente murmuraron contra Dios mismo. Y para señalar la agravación de su ofensa, dice que a Moisés apenas se le trató por su cuenta. De esto se puede inferir que su transgresión fue muy atroz, ya que Dios no escatimó ni siquiera a su propio siervo, a quien había elegido con preferencia a todos los demás. No negamos que Moisés mereciera ese castigo; pero si buscamos el origen de la transgresión, descubriremos que fue el pecado de las personas que fueron visitadas sobre él. Si a Moisés se le impidió entrar en la tierra de Canaán, porque a través de la influencia del pecado de otros, y en oposición a las convicciones de su propia mente, había sido apresurado a la comisión de la iniquidad, ¿cuánto más inexcusable es la impiedad? de esas personas que deliberadamente lucharon con Dios, y por su locura y nerviosismo, trajeron a Moisés para compartir su culpa?

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