2 Las obras de Jehová son grandiosas Ahora procede a informarnos que hay abundantes materiales para alabar a Dios, suministrados por sus obras, a los cuales actualmente solo hace una referencia general, y que él, posteriormente, define más explícitamente en relación con el gobierno de la Iglesia. La magnitud de las obras de Dios es un tema que, en general, elude la observación de los hombres y, por lo tanto, pocos de ellos la conocen. Esta ignorancia que el profeta atribuye a la indiferencia e ingratitud de los hombres, comparativamente pocos de los cuales condescenden al notar la gran sabiduría, bondad, justicia y poder que brillan en estas obras. Los expositores están divididos en sus sentimientos sobre la segunda cláusula del verso. Algunos lo traducen, buscan todas sus delicias; y, de hecho, el término hebreo חפף, chaphets, significa buen placer; pero como esta es una interpretación demasiado dura de la palabra, es mejor entenderla como un adjetivo, que expresa la idea de amar o desear. En cuanto al participio buscado, que, según el verbo hebreo, דרש, darash, denota correctamente, para buscar con diligencia, todavía encontramos que las obras de Jehová son, en este lugar, llamadas דרושים, derushim, es decir, percibido o descubierto. Por lo tanto, en Isaías 65:1, se dice: "Me encontraron de los que me buscaban, no a mí". Sin embargo, no debo perder de vista el diseño del profeta, es decir, que como consecuencia de tan pocos que se aplican al estudio de las obras de Dios, nos enseña que esa es la razón por la cual tantos están ciegos en medio de un torrente de luz. ; porque, cuando dice que la excelencia de las obras de Dios es conocida por todos los que la desean, quiere decir que nadie la ignora, excepto aquellos que son deliberadamente ciegos, o mejor dicho, apagan maligna y despectivamente la luz que se ofrece a ellos. Sin embargo, debemos prestar atención a los medios que poseemos para llegar al conocimiento de estas palabras porque sabemos que, mientras los fieles estén en la tierra, su comprensión será aburrida y débil, de modo que no puedan penetrar en los misterios, o Comprender la altura de las obras de Dios. Pero, incomprensible como es la inmensidad de la sabiduría, la equidad, la justicia, el poder y la misericordia de Dios, en sus obras, los fieles sin embargo adquieren tanto conocimiento de estos como los califica para manifestar la gloria de Dios; solo nos toca comenzar el estudio de sus obras con reverencia, para que podamos deleitarnos en ellas, aunque sean despreciables en la estimación de los reprobados, quienes las tratan con desprecio impío. La LXX Después de haberlo rendido, buscado en todas sus voluntades, Agustín ha aprovechado, con delicadeza filosófica, para preguntar: ¿Cómo puede haber, o al menos parecer, una pluralidad de voluntades en Dios? Y de hecho es una consideración agradable, que aunque Dios manifieste su voluntad en su ley, sin embargo, hay otro propósito secreto por el cual es guiado en el maravilloso manejo de los asuntos humanos. Esta doctrina, sin embargo, es ajena a la exposición de este pasaje.

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