8. Levántate, oh Jehová. (134) Un lenguaje como este, que invita al gran Dios que llena el cielo y la tierra a un nuevo lugar de residencia, puede parecer extraño y duro, pero el Los símbolos externos de la religión que Dios había designado se mencionan en estos términos exaltados para honrarlos y para garantizarles mejor el respeto del pueblo de Dios. Si Dios no instituye ningún medio de relaciones sexuales y nos llama a una comunicación directa con el cielo, la gran distancia a la que nos mantenemos alejados de él nos sorprendería y paralizaría la invocación. Aunque, por lo tanto, él no cambia de lugar, él siente que debemos acercarnos sensiblemente. Fue así que descendió entre sus pueblos antiguos por el Arca del Pacto, que diseñó para ser un emblema visible de su poder y gracia al estar presentes entre ellos. En consecuencia, la segunda cláusula del versículo es de carácter exegético, informando a la Iglesia que se debe entender que Dios ha venido en el sentido de hacer una exhibición conspicua de su poder en relación con el Arca. Por lo tanto, se llama el Arca de su fuerza, no una simple sombra muerta ociosa para mirar, sino lo que ciertamente declaró la cercanía de Dios a su Iglesia. Por lo demás, debemos entender el Monte Sión, porque, como veremos más adelante, Dios fue adorado solo en ese lugar.

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