8. Que toda la tierra teme a Jehová. El salmista concluye que hay una razón justa por la cual todo el mundo debería someterse reverentemente al gobierno de Dios, quien lo dio a conocer y quien también lo preserva. Temer a Jehová, y admirarlo, solo significa honrarlo y reverenciar su poderoso poder. Es una marca de gran insensibilidad no inclinarse ante la presencia de Dios, de quien tenemos nuestro ser, y de quien depende nuestra condición. El profeta alude a estas dos cosas, afirmando que el mundo apareció tan pronto como Dios habló, y que su mandamiento lo confirma; porque no habría sido suficiente para que el mundo se hubiera creado en un momento, si no hubiera sido respaldado en existencia por el poder de Dios. No empleó una gran variedad de medios para crear el mundo, pero para demostrar el poder inconcebible de su palabra, ordenó que tan pronto como debía pronunciar la palabra, se hiciera. (677) La palabra comando, por lo tanto, confirma lo que dije anteriormente, que su discurso no era más que un asentimiento o deseo, y que hablar implica el lo mismo que ordenar. Es apropiado, sin embargo, entender que en este asentimiento u orden, la sabiduría eterna de Dios se mostró.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad