12. ¿Quién es el hombre que desea la vida? El profeta no pregunta si hay algún hombre tan dispuesto, como si todos los hombres se dieran voluntariamente las miserias que les sobrevienen; porque sabemos que todos los hombres, sin excepción, desean vivir en el disfrute de la felicidad. Pero él censura severamente la ceguera y la locura que los hombres exhiben en la perversidad de sus deseos, y la vanidad de sus esfuerzos por obtener la felicidad; porque mientras todos los hombres buscan, y ansiosamente intentan adquirir lo que es para su beneficio, apenas uno de cada cien estudia para comprar la paz y un estado de vida tranquilo y deseable, por medios justos y equitativos. Por lo tanto, el profeta advierte a sus discípulos, que casi todo el mundo es engañado y desviado por su propia locura, mientras se prometen una vida feliz de cualquier otra fuente que no sea la bendición divina, que Dios otorga solo a los sinceros y rectos de corazón. Pero hay en esta exclamación una vehemencia aún mayor, más efectiva para despertar mentes aburridas y somnolientas en el curso de este mundo; como si hubiera dicho: Dado que todos los hombres desean fervientemente la felicidad, ¿cómo puede suceder que casi nadie se esfuerza por obtenerla y que cada hombre, por su propia culpa, más bien trae consigo varios problemas?

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