9. Cuando Dios se levantó para juzgar. Ahora se declara el gran objeto que Dios tenía en vista al ejecutar este juicio; que era, que él podría proporcionar una prueba de su amor paternal hacia toda su gente. Por lo tanto, se le presenta como hablando, no con la boca, sino con la mano, para que pueda mostrar a todos lo precioso que es a su vista la salvación de todos los que le temen y aman. Bajo la palabra surgir, hay una referencia a la inactividad y la indolencia atribuidas por los hombres malvados a Dios, una opinión que los llevó a tomar tanta libertad para sí mismos. Luego se dice que Dios asciende a su tribunal, cuando indica claramente que ejerce un cuidado especial sobre su Iglesia. El diseño del pasaje es para mostrar que es tan imposible para Dios abandonar a los afligidos e inocentes, como es imposible para él negarse a sí mismo. Debe observarse que se le llama Juez, porque brinda socorro a los pobres que están injustamente oprimidos. La denominación de los mansos o humildes de la tierra se aplica a los fieles, quienes, sometidos por las aflicciones, no buscan cosas altas, sino que, con humildes gemidos, soportan pacientemente la carga de la cruz. El mejor fruto de las aflicciones es cuando, de ese modo, somos llevados a purgar nuestras mentes de toda arrogancia y a doblegarlas a la mansedumbre y la modestia. Cuando tal sea el efecto, podemos concluir con certeza que estamos bajo la tutela y protección de Dios, y que él está listo para extender su ayuda y favor hacia nosotros.

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