8. Desde el cielo has hecho que tu juicio sea escuchado. Por el nombre del cielo, el salmista insinúa por la fuerza que el juicio de Dios era demasiado manifiesto para admitir la posibilidad de que se lo atribuya a la fortuna oa la política de los hombres. Algunas veces Dios ejecuta sus juicios oscuramente, de modo que parecen proceder de la tierra. Por ejemplo, cuando levanta a un príncipe piadoso y valiente, la administración santa y legal que florecerá bajo el reinado de tal príncipe será el juicio de Dios, pero no se verá vívidamente que proceda del cielo. Como, por lo tanto, la asistencia mencionada fue de un tipo extraordinario, se distingue por un reconocimiento especial. Los mismos comentarios se aplican al escuchar el juicio de Dios, del cual habla el salmista. Es más para los juicios divinos sonar en voz alta como un trueno, y aturdir los oídos de todos los hombres con su ruido, que si se vieran simplemente con los ojos. Aquí, no tengo ninguna duda, hay una alusión a esos poderosos truenos por los que los hombres sufren de miedo. (280) Cuando se dice que la tierra estaba quieta, debe ser referida adecuadamente a los impíos, quienes, siendo golpeados por el pánico, otorgan la victoria a Dios, y no te atrevas a seguir enfurecido como estaban acostumbrados. Solo el miedo tiene el efecto de someterlos; y, en consecuencia, el miedo se representa justamente como la causa de esta quietud. No significa que se contengan voluntariamente, sino que Dios los obliga, lo hagan o no. La cantidad es que cada vez que Dios truena desde el cielo, los tumultos que despierta la insolencia de los impíos, cuando las cosas están en un estado de confusión, llegan a su fin. Al mismo tiempo, se nos advierte de lo que los hombres pueden esperar ganar con su rebelión; porque quien desprecia la voz paterna de Dios que se pronuncia en voz alta, debe ser destruido por los rayos de su ira.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad