9 Que no haya dios extraño (414) en ti. Aquí se propone el artículo principal del pacto, y casi la totalidad del mismo, es decir, que solo Dios debe tener la preeminencia. Algunos pueden preferir esta explicación: ¡Oh Israel! si me escuchas, no hay nada que requiera o exija más estrictamente de ti que estar contento conmigo solo y que no debas buscar dioses extraños; y de esta opinión estoy lejos de desaprobar. Dios, por este lenguaje, confirma indudablemente la verdad que inculca con tanta frecuencia en otras partes de la ley y los profetas, que es un Dios tan celoso que no permite que otro participe del honor al que solo él tiene derecho. Pero al mismo tiempo nos enseña que la verdadera adoración religiosa comienza con la obediencia. El orden que observa Moisés es diferente, Éxodo 20:2 y Deuteronomio 5:6. En estos pasajes Dios comienza declarando que él es el Dios de Israel; y luego les prohíbe hacerse nuevos dioses. Pero aquí se pone primero la prohibición, y luego se une la razón de esto, es decir, que la gente debería estar abundantemente satisfecha con el Dios que los había comprado para ser su pueblo. Quizás también lo ponga al frente para preparar el camino para obtener el trono de sus corazones. Primero retiraría a las personas de las supersticiones, ya que estas necesariamente deben ser arrancadas y eliminadas antes de que la verdadera religión pueda arraigarse en nuestros corazones.

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