11. Jehová conoce los pensamientos de los hombres, etc. Nuevamente insiste en la locura de los hombres al tratar de envolverse en la oscuridad y esconderse de la vista de Dios. Para evitar que se halaguen con vanos pretextos, les recuerda que las brumas del engaño se dispersarán de inmediato cuando se pongan de pie en la presencia de Dios. Nada puede servirles, mientras Dios del cielo ponga la vanidad en sus más profundos consejos. El diseño del salmista al citarlos ante el juez de todos, es hacer que busquen y prueben sus propios corazones; porque la gran causa de su seguridad personal radica en no darse cuenta de Dios, enterrar toda distinción entre lo correcto y lo incorrecto y, en la medida de lo posible, endurecerse contra todo sentimiento. Pueden lograr calmar sus mentes de esta manera, pero él les dice que Dios ridiculizó todas esas tonterías. La verdad puede ser simple y bien conocida; pero el salmista afirma un hecho que muchos pasan por alto, y que haríamos bien en recordar, que los malvados, cuando intentan esconderse bajo refugios sutiles, no pueden engañar a Dios y necesariamente se engañan a sí mismos. Algunos leen: ellos (es decir, los hombres mismos) son vanidad; pero esta es una interpretación forzada, y la forma de expresión es una que tanto en griego como en hebreo puede traducirse, Dios sabe que los pensamientos de los hombres son vanos.

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