16. ¿Quién se levantará por mí contra mis adversarios? Aquí el salmista señala, de una manera viva y gráfica, cuán desposeído estaba de toda ayuda humana. Como si en este momento estuviera en peligro, él grita: ¿Quién me defenderá? ¿Quién se opondrá a mis enemigos? E inmediatamente después responde que si Dios no lo hubiera ayudado, debe haberse desesperado por la seguridad. Al declarar que había sido rescatado milagrosamente de la muerte, cuando fue abandonado por todo el mundo, elogia la bondad y la gracia de Dios. Cuando los hombres nos ayudan, son solo instrumentos por los cuales obra la gracia de Dios; pero podemos no reconocer la mano de Dios cuando vemos alguna agencia subordinada en la liberación. Él habla de su vida viviendo en silencio, (versículo 17) porque los muertos yacen en la tumba sin sentir ni tener fuerza. Así, el salmista posee que no había medios para preservar su vida, si Dios no hubiera interpuesto sin demora.

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