18. Si dije, se me cayó el pie Lo que se dice en este versículo confirma la afirmación anterior. Cuanto más elogia la bondad y el poder de Dios, declara que no era un peligro común del que había sido rescatado, sino de una manera de la muerte actual. La importancia del lenguaje es que la muerte lo miraba tan a la vista que se desesperaba de sí mismo; como Pablo habla de haber recibido el mensaje de la muerte en sí mismo, cuando su condición era desesperada y había renunciado a la esperanza de vida (2 Corintios 1:9). El hecho de que el salmista había sido liberado después de haber tenido considerada la muerte segura, hizo que la interposición divina fuera más conspicua. Si entendemos que habla de la muerte temporal solo en la expresión, Mi pie se ha caído; no hay nada que no se pueda explicar en la circunstancia de que se haya desesperado, (37) Como Dios a menudo prolonga la vida de su pueblo en el mundo, cuando habían perdido la esperanza y se preparaban para su partida. Posiblemente, sin embargo, el salmista solo significa que este era el lenguaje de los sentidos; y esto es lo más probable, porque ya hemos visto que nunca dejó de rezarle a Dios, una prueba de que todavía tenía algo de esperanza. El siguiente verso ofrece aún más pruebas, porque allí nos dice que sus aflicciones siempre se mezclaron con algo de consuelo. Por pensamientos, se refiere a preocupaciones ansiosas y desconcertantes, que lo habrían abrumado si no se le hubiera comunicado el consuelo desde arriba. Aprendemos esta verdad del pasaje, que Dios se interpone en nombre de su pueblo, con la debida consideración a la magnitud de sus pruebas y angustias, y en el momento preciso, ampliándolas en sus estrechos, como encontramos en otros lugares. Mientras más pesadas crezcan nuestras calamidades, deberíamos esperar que la gracia Divina solo se manifieste más poderosamente al consolarnos debajo de ellas, (Salmo 4:1). Pero si a través de la debilidad de la carne nos enojamos y atormentamos por la ansiedad importa, debemos estar satisfechos con el remedio del que el salmista habla aquí en términos tan altos. Los creyentes son conscientes de dos estados mentales muy diferentes. Por un lado, están afligidos y angustiados con varios miedos y ansiedades; Por otro lado, existe una alegría secreta que se les comunica desde arriba, y esto en acomodación a su necesidad, para evitar que sean tragados por cualquier complicación o fuerza de calamidad que pueda asaltarlos.

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