3 ¡Oh Jehová! ¿Hasta cuándo los impíos? El salmista se justifica en este verso por la ferviente importunidad que mostró en la oración. Había necesidad de ayuda inmediata, cuando los malvados habían procedido a tal grado de audacia. La necesidad de nuestro caso puede justificarnos justamente en nuestras solicitudes, que deben ser escuchadas con mayor facilidad ya que son razonables; y aquí el salmista insiste en que sus quejas no fueron sin causa, ni se originaron en razones insignificantes, sino que fueron extorsionadas por heridas de la descripción más flagrante. Se toma nota del tiempo durante el cual sus persecuciones habían durado, como una circunstancia agravante. Se habían endurecido bajo la prolongada paciencia de Dios y, en consecuencia, habían contraído una desvergüenza, así como una obstinación de espíritu, al imaginar que él miraba su maldad con un ojo favorable. El término cuánto tiempo repetido dos veces implica el grado de impunidad que se les había otorgado, que no era como si recién hubieran comenzado su carrera, sino que habían sido tolerados por un período de tiempo prolongado y se habían vuelto escandalosamente flagrantes. Fue así que en el pasado los hombres malvados tiranizaron a tal grado sobre la Iglesia, mientras que Dios no interfirió para aplicar un remedio; y no debemos sorprendernos de que deba someterla ahora a persecuciones prolongadas, ni concluir que, debido a que no procede inmediatamente a curar los males existentes, la ha abandonado por completo. El término triunfo denota esa plenitud de exaltación audaz y jactanciosa que sienten los malvados cuando están intoxicados con prosperidad continua, y conciben que pueden disfrutar de todo exceso sin restricciones.

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