10 Ustedes que aman a Jehová, odian el mal Los que temen a Dios están aquí obligados a practicar la justicia, como dice Pablo:

"Que todo aquel que nombra el nombre de Cristo se aleje de la iniquidad" ( 2 Timoteo 2:19)

Él muestra por la naturaleza misma de Dios, que no podemos ser juzgados y reconocidos como sus siervos a menos que nos alejemos del pecado y practiquemos la santidad. Dios es en sí mismo la fuente de la justicia, y necesariamente debe odiar toda iniquidad, a menos que podamos suponer que se niegue a sí mismo; y tenemos comunión con él solo en los términos de separación de la injusticia. Como la persecución de los impíos es capaz de provocarnos a buscar venganza y métodos de escape injustificados, el salmista nos protege contra esta tentación, al afirmar que Dios es el guardián y protector de su pueblo. Si somos persuadidos de estar bajo la tutela divina, no lucharemos con los malvados, ni tomaremos represalias contra aquellos que nos han perjudicado, sino que entregaremos nuestra seguridad al que lo defienda fielmente. Este gracioso acto de condescendencia, por el cual Dios nos tiene bajo su cuidado, debería servir como un control para cualquier impaciencia que pudiéramos sentir al abstenernos de lo que es malo, (103) y preservar el curso de integridad bajo provocación.

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