Luego dice, que Jehová conoce este día, para que la noche fiel dependa de su buen placer, y no inquiete demasiado acerca de un evento oculto para ellos y para el mundo entero. El día entonces es conocido, dice Zacarías, solo a Dios, aunque él habla de cosas bien conocidas y que los judíos tuvieron que conocer por experiencia. Pero su objeto debe ser considerado, ya que su propósito era restringir a los piadosos, para que no se atormentaran innecesariamente, ya que no tendremos demasiada curiosidad para saber cosas: cuando el propósito de Dios es calmarnos y hacernos confiar en su providencia, luego muchos pensamientos surgen en nuestras mentes y nos arrojan aquí y allá, y así nos atormentamos con ansiedad. Como entonces la enfermedad es innata en la naturaleza humana, el Profeta proporciona un remedio razonable, que los fieles deben dejarse gobernar por Dios y seguir el ejemplo de su padre Abraham: "El Señor proveerá:" cuando estaba en el extremo y no había escapatoria abierta, se comprometió a la providencia de Dios. Así también dice Zacarías, que dependería completamente de la voluntad de Dios solo, ahora cubrir los cielos con oscuridad, y luego restaurar el sol, y también mezclar la oscuridad con la luz; y nada es mejor para los hombres que controlarse a sí mismos, y no preguntar más de lo que es correcto, ni quitarle nada al poder de Dios, porque cada vez que los hombres murmuran contra los juicios de Dios, es lo mismo que si quisieran penetrar en el cielo , y no le conceden nada excepto lo que ellos mismos piensan bien. Luego, para comprobar esta presunción, el Profeta dice que Jehová conoce este día, para que los fieles puedan esperar pacientemente hasta que llegue el final maduro, porque nuestra curiosidad nos impulsa aquí y allá, de modo que siempre deseamos estar seguro sobre el final, "¿Cuánto tiempo durará esto?" y así nos quejamos contra Dios; pero cuando no somos capaces de subordinar nuestras mentes a su voluntad, nos ponemos furiosos.

Por lo tanto, vemos cuán útil es la doctrina que contiene esta cláusula, donde el Profeta establece a Dios como el juez y el árbitro de todos los eventos, de modo que aflige a la Iglesia siempre que lo complace, establece límites a las adversidades y regula todas las cosas como es. le parece bien; y también cubre los cielos con nubes espesas, y quita la vista del sol. Todo esto es lo que el Profeta quiere que sepamos que está en el poder de Dios, y dirigido por su consejo. Ahora sigue

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