Lucas 17:37. "Y ellos respondieron y le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y les dijo: Dondequiera que esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas". Esta es una respuesta enigmática a su pregunta; pero sin embargo, prestando atención diligente a esta respuesta, con el debido cuidado para comprenderla, junto con una observación diligente de los eventos que serán determinados por ella, cuándo y dónde, la respuesta de Cristo es que estas cosas de las que habla serán cuándo y dónde verá las águilas reunidas alrededor del cadáver muerto.

Ahora, los ejércitos romanos que llevaban un águila en su insignia, esto naturalmente podría llevarlos a pensar que los romanos eran las águilas de las que habló Cristo. Pero, ¿qué debería llevarlos a pensar que Jerusalén se refería al cuerpo muerto? Respondo: Porque cuando Jerusalén fue sitiada por los ejércitos romanos, la ciudad estaba llena de cadáveres. ¡Qué innumerables multitudes hubo que murieron en Jerusalén durante el asedio, de hambre y matándose unos a otros! Cuando los ejércitos romanos se reunieron alrededor de Jerusalén, entonces se cumplió que las águilas se juntaron alrededor de los cadáveres: o más bien, por el cadáver Él se refiere a Su propio cuerpo muerto que fue sacrificado en Jerusalén.

Y después de esto la nación judía era como el cuerpo muerto de Cristo, y no Su cuerpo vivo como lo es la verdadera Iglesia; porque Su Espíritu desde entonces dejó esa Iglesia y el Templo y las ordenanzas típicas de su adoración; desde entonces se convirtió en el cuerpo muerto de Cristo. La Iglesia, con sus ordenanzas de adoración, es el cuerpo de Cristo. La Iglesia, con la presencia y el Espíritu de Cristo, es su cuerpo vivo; pero cuando está privado de él, su cuerpo muerto.

Los judíos, por tanto, al matar el cuerpo de Cristo, mataron entonces a su propia Iglesia: por este medio se convirtieron en un cadáver muerto y en presa adecuada para las águilas. Desde el momento en que los judíos mataron a Cristo, la Iglesia judía estuvo muerta y podrida hasta que se convirtió en un cadáver apestoso, antes del tiempo de su destrucción, y su hedor atrajo a las águilas sobre ellos.

Lucas 18:35

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