La perspectiva de esta terrible e inminente represalia no es solo una advertencia para los cristianos débiles de mente, sino también un consuelo para los leales. Ser santo es obedecer a Dios y creer en Jesús a toda costa. Los judíos contemporáneos recibieron un estímulo similar: “si soportáis y perseveráis en su temor, y no os olvidáis de él, los tiempos se os cambiarán para bien, y veréis el consuelo de Sion” (Apoc.

Bar. xliv. 7). Las palabras de Juan τηρ. τ. ἐντολὰς τ. θ. son una respuesta a la queja y afirmación de que los mandamientos de Dios estaban siendo descuidados por todos excepto por los judíos ( cf. el grito lastimero de 4 Esd 3,33: “He ido de un lado a otro entre las naciones y he visto su abundancia, aunque no se acuerdan de tus mandamientos”; 32, “¿Hay alguna otra nación que te conozca sino Israel, pero su recompensa no aparece, y su trabajo no tiene fruto”).

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