Algunos de los fariseos oyeron sus palabras e inconscientemente probaron su verdad diciendo con indignado desprecio: μὴ καὶ ἡμεῖς τυφλοί ἐσμεν; A lo que Jesús, tomándolos en su propio terreno, responde: Εἰ τυφλοὶ ἦτε, οὐκ ἂν εἴχετε ἁμαρτίαν. Si fuerais ignorantes, como lo era este ciego, conscientes de vuestras tinieblas y deseosos de deshaceros de ellas, vuestra ignorancia os excusaría; pero ahora con todas vuestras palabras y acciones proclamáis que estáis satisfechos con la luz que tenéis, por tanto no podéis recibir esa luz más completa que Yo traigo y en la cual está la liberación del pecado, y por lo tanto debéis permanecer bajo su esclavitud. Cf. Juan 8:21 .

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento