Planeando para Dios

Como tantos después de ella, a Sarai se le acabó la paciencia. Pensó en un plan para lograr el fin que Dios tenía en mente. En la tierra de los caldeos, una mujer que no podía tener hijos podía dar uno de sus esclavos a su marido. Cualquier niño nacido de tal unión sería contado como hijo de la esposa. Si la esclava empezaba a pensar en sí misma como igual a su ama, podía volver a tratarla como esclava pero no venderla.

Sarai tenía una esclava egipcia llamada Agar. Ella le dio a Agar a Abram. Cuando era obvio que estaba embarazada, Agar comenzó a tratar a Sarai de una manera irrespetuosa. Sarai se quejó con Abram y él volvió a poner al sirviente rebelde bajo su control. El trato duro alejó a Agar del campamento. El Ángel del Señor la encontró en un manantial en el camino de regreso a Egipto. Él le ordenó que regresara al campamento y se colocara bajo las órdenes de su ama. Como prometió el ángel, dio a luz un hijo llamado Ismael cuando Abram tenía ochenta y seis años. Ismael se convirtió en padre de una gran multitud (16:1-16).

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