Ahora bien, sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Dios había mandado que todo hombre fuera al Tabernáculo o Templo tres veces al año, para adorar allí a Dios públicamente y ofrecerle sacrificios, Éxodo 23:14 y Deuteronomio 16:16 . La Santísima Virgen, aunque no estaba atada por la ley, sin embargo, por devoción, después de su regreso de Egipto, se unió a su esposo y trajo a su hijo con ella al Templo, para que pudiera enseñar a las madres a traer a sus hijos, de su tierna años, al templo y a adorar a Dios.

Así lo dicen Beda, Maldonatus, Jansenius, Francis Lucas y otros. Tampoco temía a Archeläus, el hijo del infanticidio Herodes, tanto porque pensaba con razón que, en una concurrencia tan grande de judíos, podrían escapar a la observación por algunos días, como también porque sabía que Dios por cuyo honor ella corrió este riesgo, la tenía en Su mente y bajo Su cuidado. Así dice S. Agustín ( de Consens.

evang. , lib. ii cap. x), y S. Lucas implica tanto en los próximos dos versículos. Algunos, sin embargo, piensan, con alguna probabilidad, que Jesús sólo subió a Jerusalén en el año doce de su edad, pues en ese año Archeläus fue desterrado por Augusto.

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