Entonces miran hacia arriba , etc., como un blasfemo, que se colocó por encima de Abraham, y se hizo igual a Dios. Se ordenó apedrear a los blasfemos (Lv 24,16). Es claro que estos judíos no eran los que se decía que creían en Él (como supone Teofilacto), sino los otros que se oponían a Cristo. "¿Y a qué se debe tal dureza sino a las piedras?" dice S. Agustín ( in loc .) "Querían aplastar a Aquel a quien no podían entender", dice S. Gregorio ( Hom. xviii.)

Pero Jesús se escondió , &c. Se hizo invisible, y así pasó ileso por en medio de ellos. Así Leoncio y otros. San Gregorio dice: "Si hubiera querido ejercer su poder, los habría atado en sus pecados, o los habría hundido en las penas de la muerte eterna. Pero el que vino a sufrir, no ejercería el juicio". Y S. Agustín, “Prefiere recomendarnos Su paciencia, que ejercer Su poder.

Él los abandona, ya que ellos no aceptarían Su corrección. Él no se esconde en un rincón del templo, como si tuviera miedo, o corriera hacia una cabaña, o se desviara detrás de una pared o columna: pero por. Su Divino Poder haciéndose invisible, Él pasó por en medio de ellos. Como hombre huyó de las piedras, pero ¡ay de aquellos de cuyos corazones de piedra huye Dios!

Moralmente, este ejemplo nos enseña (dice S. Gregorio) a evitar humildemente la ira de los soberbios, incluso cuando tenemos el poder de resistirlos.

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