No puedo permitir que esta Cuarta Edición salga adelante, sin una expresión de sincero agradecimiento al Señor por Su bondad al hacer uso de un instrumento tan débil, para el beneficio de las almas y la difusión de Su propia verdad simple.

Es un privilegio indescriptible que se me permita, en un grado mínimo, ministrar a las almas de aquellos que son tan preciosos para Cristo. "¿Me amas? Apacienta mis ovejas". Tales fueron las conmovedoras palabras del Pastor al partir; y, ciertamente, cuando caen poderosamente sobre el corazón, deben despertar todas las energías del propio ser moral para realizar, en todas las formas posibles, el deseo de gracia que se respira en él.

Reunir y apacentar los corderos y las ovejas del rebaño de Cristo son los servicios más exaltados en los que cualquiera puede ocuparse. Ni un solo esfuerzo honesto realizado para el logro de tan nobles fines será olvidado en aquel día "cuando aparezca el Príncipe de los Pastores".

Que Dios Espíritu Santo llene el corazón, unja los labios y consagre la pluma de todo siervo de Cristo, para que fluyan, en todas direcciones, arroyos de pura y viva verdad, para refrigerio de todos los que van camino de gloria.

Dublín, mayo de 1861.

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