12, 13. Siguió una mayor actividad de los apóstoles, y su oficio se magnificó aún más. (12) " Y por mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo. Y estaban todos unánimes en el Pórtico de Salomón, (13) y de los demás nadie se atrevía a unirse a ellos, sino todo el pueblo los magnificaba." Eran los apóstoles los únicos que estaban en el Pórtico de Salomón, como es evidente por el hecho de que el término apóstoles, en la primera cláusula del versículo 12, proporciona el único antecedente del pronombre ellos, en la declaración, "Estaban todos unánimes", etc.

Siendo así, "los demás", que no se atrevieron a unirse a ellos, deben incluir a otros discípulos, así como a la multitud incrédula. No es necesario concluir, de esto, que los discípulos se mantuvieron a la misma terrible distancia con los incrédulos; pero que estaban tan asombrados por la exhibición relacionada con el destino de Ananías y Safira, que no se atrevieron a acercarse a los apóstoles con la familiaridad que había marcado su relación anterior con ellos.

Tal sentimiento fue experimentado primero por los mismos apóstoles en presencia de Jesús, y fue bien expresado por Pedro, cuando él y sus compañeros hicieron la primera pesca milagrosa de los peces: postrándose a las rodillas de Jesús, exclamó: "Apártate". de mí, porque soy hombre pecador, oh Señor". Que tal sentimiento también fue experimentado por toda la Iglesia, en este tiempo, lo acaba de afirmar el historiador, en el versículo 11, donde dice: "Gran temor se apoderó de toda la Iglesia".

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