Otra prueba muy visible de la justicia y equidad de Dios es la forma en que Él juzga imparcialmente a los hombres sobre la base de sus obras y no sobre la base de su posición, estatus social o riqueza. Dios trata a todos por igual, incluidos los reyes, los jueces, los príncipes y los pobres. Además, Eliú se da cuenta de que todos los hombres son creados iguales ante Dios.

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Antiguo Testamento