Las doctrinas de la inmortalidad del alma y de la resurrección del cuerpo fueron enseñadas ambas en el Antiguo Testamento; como también era obligación de los hombres amar a Dios con todo el corazón, ya su prójimo como a sí mismos. Por Cristo estas verdades fueron reveladas con mayor claridad, pero los grandes requisitos de ambos Testamentos son sustancialmente los mismos.

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Antiguo Testamento